
Ya podemos imaginar cuál es la pregunta que está rondando en muchas mentes en este mismo momento. Aquí la tenemos:
“¿Y qué hacemos con los “aprovechadores profesionales”?”
¿Cómo manejar los casos de alumnos que se resisten con todas sus fuerzas al trabajo cooperativo? A continuación narramos una anécdota personal que motivó nuestro interés por el aprendizaje cooperativo.
Veinte años atrás, terminando la secundaria, fuimos asignados en la clase de historia peruana a un equipo que debía prepararse para participar en la competencia de equipos sobre La Guerra del Pacífico (librada entre Bolivia, Chile y Perú entre 1879 y 1884). La mecánica era la siguiente: cada equipo debía preparar todos los temas de dicha guerra de acuerdo a los materiales indicados por el profesor. Cada equipo debía preparar u fichero de tarjetas con preguntas de todo tipo sobre el tema. El concurso consistiría en que algunos de los miembros del grupo pasarían por turnos al frente a defender el tema que les había tocado estudiar a partir de las preguntas hechas por compañeros de otros grupos. Estas preguntas no debían cuestionar por detalles irrelevantes (calibre de armamentos y número de caballos en una batalla, por ejemplo). Al llegar a la última etapa del concurso, la ventaja que nuestro grupo había conseguido sobre los otros era tan grande que lo único que se discutía era qué grupos ocuparían el segundo y tercer puesto y se daba por descontado que ganaríamos el concurso con honores. Lamentablemente, el tema elegido el último día (La Batalla de Tacna) correspondía al alumno menos aplicado del equipo. Era un tema tan pequeño (los sucesos cubrían apenas un mes en medio de una guerra de cinco años), que no habíamos dudado en asignarlo a esta persona para reducir al mínimo la probabilidad que su participación tuviera un efecto negativo en el desempeño del grupo. Lamentablemente, no fue así: ese día pagamos el precio de nuestras pocas habilidades para el trabajo en equipo y de nuestro grave descuido. Le habíamos asignado ese tema, obviamente con un aire de superioridad, y nos habíamos olvidado de él hasta esa fecha; nadie se sentó con esa persona a revisar su material, a hacerle preguntas, a resolver sus dudas, etc. Para decirlo sintéticamente: el alumno se negó a responder cualquier pregunta. Hasta el día de hoy no sabemos si conocía o no el tema realmente, pero simplemente no quiso contestar nada de nada. El equipo terminó ocupando el tercer lugar; el destino había cobrado su venganza sobre el individualismo.
A las muchas objeciones que se pueden poner a este ejemplo de “trabajo en grupo” hay que anteponer una reflexión: no podemos descuidar ninguno de los factores que aseguran la interdependencia si queremos realmente hacer un trabajo cooperativo.
Los alumnos reticentes al trabajo en equipo pueden realizar dicho trabajo con la misma eficacia que cualquier otro. Para ello usted debe recordar hacer lo siguiente:
a. Evalúe continuamente el trabajo de grupo y brinde retroinformación grupal significativa. Todo el tiempo. ¡Siempre!
b. Compare el desempeño del grupo con un estándar de excelencia y brinde información constantemente sobre el progreso hacia dicho estándar. No está de más enfatizar que debe hacerlo todo el tiempo.
c. Evalúe constantemente el desempeño de cada uno de los integrantes del grupo. No permita que queden áreas sueltas en esto; déles la oportunidad de ponerse aprueba en todas las cosas que les enseñe.
d. Entregue los resultados individuales al grupo y compárelos con un estándar de excelencia.
e. Motive a los grupos a que celebren los grandes logros de aprendizaje de sus integrantes. Invite a dar aplausos, reconocimientos simbólicos, etc.
f. Pida a los grupos que remedien rápidamente las necesidades cognitivas o emocionales de sus integrantes. Déles tareas concretas.
g. Reasigne responsabilidades y roles cuando ya se hayan vuelto redundantes para un integrante del equipo, con el consiguiente relajamiento en sus funciones.
h. Reitere todo el tiempo que los miembros del grupo son responsables por realizar su mejor contribución al éxito grupal.
Generalmente, los estudiantes “difíciles” puestos en medio de este ambiente irán cesando poco a poco las conductas antisociales y “se dejarán de cosas” casi sin que nadie se de cuenta.
“¿Y qué hacemos con los “aprovechadores profesionales”?”
¿Cómo manejar los casos de alumnos que se resisten con todas sus fuerzas al trabajo cooperativo? A continuación narramos una anécdota personal que motivó nuestro interés por el aprendizaje cooperativo.
Veinte años atrás, terminando la secundaria, fuimos asignados en la clase de historia peruana a un equipo que debía prepararse para participar en la competencia de equipos sobre La Guerra del Pacífico (librada entre Bolivia, Chile y Perú entre 1879 y 1884). La mecánica era la siguiente: cada equipo debía preparar todos los temas de dicha guerra de acuerdo a los materiales indicados por el profesor. Cada equipo debía preparar u fichero de tarjetas con preguntas de todo tipo sobre el tema. El concurso consistiría en que algunos de los miembros del grupo pasarían por turnos al frente a defender el tema que les había tocado estudiar a partir de las preguntas hechas por compañeros de otros grupos. Estas preguntas no debían cuestionar por detalles irrelevantes (calibre de armamentos y número de caballos en una batalla, por ejemplo). Al llegar a la última etapa del concurso, la ventaja que nuestro grupo había conseguido sobre los otros era tan grande que lo único que se discutía era qué grupos ocuparían el segundo y tercer puesto y se daba por descontado que ganaríamos el concurso con honores. Lamentablemente, el tema elegido el último día (La Batalla de Tacna) correspondía al alumno menos aplicado del equipo. Era un tema tan pequeño (los sucesos cubrían apenas un mes en medio de una guerra de cinco años), que no habíamos dudado en asignarlo a esta persona para reducir al mínimo la probabilidad que su participación tuviera un efecto negativo en el desempeño del grupo. Lamentablemente, no fue así: ese día pagamos el precio de nuestras pocas habilidades para el trabajo en equipo y de nuestro grave descuido. Le habíamos asignado ese tema, obviamente con un aire de superioridad, y nos habíamos olvidado de él hasta esa fecha; nadie se sentó con esa persona a revisar su material, a hacerle preguntas, a resolver sus dudas, etc. Para decirlo sintéticamente: el alumno se negó a responder cualquier pregunta. Hasta el día de hoy no sabemos si conocía o no el tema realmente, pero simplemente no quiso contestar nada de nada. El equipo terminó ocupando el tercer lugar; el destino había cobrado su venganza sobre el individualismo.
A las muchas objeciones que se pueden poner a este ejemplo de “trabajo en grupo” hay que anteponer una reflexión: no podemos descuidar ninguno de los factores que aseguran la interdependencia si queremos realmente hacer un trabajo cooperativo.
Los alumnos reticentes al trabajo en equipo pueden realizar dicho trabajo con la misma eficacia que cualquier otro. Para ello usted debe recordar hacer lo siguiente:
a. Evalúe continuamente el trabajo de grupo y brinde retroinformación grupal significativa. Todo el tiempo. ¡Siempre!
b. Compare el desempeño del grupo con un estándar de excelencia y brinde información constantemente sobre el progreso hacia dicho estándar. No está de más enfatizar que debe hacerlo todo el tiempo.
c. Evalúe constantemente el desempeño de cada uno de los integrantes del grupo. No permita que queden áreas sueltas en esto; déles la oportunidad de ponerse aprueba en todas las cosas que les enseñe.
d. Entregue los resultados individuales al grupo y compárelos con un estándar de excelencia.
e. Motive a los grupos a que celebren los grandes logros de aprendizaje de sus integrantes. Invite a dar aplausos, reconocimientos simbólicos, etc.
f. Pida a los grupos que remedien rápidamente las necesidades cognitivas o emocionales de sus integrantes. Déles tareas concretas.
g. Reasigne responsabilidades y roles cuando ya se hayan vuelto redundantes para un integrante del equipo, con el consiguiente relajamiento en sus funciones.
h. Reitere todo el tiempo que los miembros del grupo son responsables por realizar su mejor contribución al éxito grupal.
Generalmente, los estudiantes “difíciles” puestos en medio de este ambiente irán cesando poco a poco las conductas antisociales y “se dejarán de cosas” casi sin que nadie se de cuenta.

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